CINEFILUS

Por: Javier Barón Rodríguez

23 de agosto de 2016

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The Tall Man. (2012), Dir.Pascal Laugier. – 800 mil niños se pierden anualmente en Estados Unidos. La mayoría son encontrados a los pocos días. 1000 desaparecen sin dejar rastro.

El relato se ubica en Cold Rock, un condado en el estado de Washington, a dos horas de Seattle. El poblado vive inmerso en una dura crisis económica desde hace años a partir de que la mina que proporcionaba empleo a la mayoría de sus habitantes cerrara sus puertas.

El desempleo ha traído consigo el desencanto, el incremento en la ingesta de alcohol, en casos de violencia intrafamiliar y embarazos no deseados en adolescentes, algunos de ellos resultado del abuso sexual por parte de los novios de sus madres, las cuales con tal de no quedarse solas toleran y solapan semejantes abusos. Una decadencia moral por la desesperanza de constatar que el bienestar cada vez se torna más lejano.

Bajo estas circunstancias hay un caso en particular que atemoriza a la población: la desaparición sistemática en años recientes de decenas de niños. No hay pistas de ninguno de ellos. Dando pie a que comience a generarse una leyenda urbana que atribuye las desapariciones a un hombre alto, que no deja rastro alguno y se oculta en las sombras al que llaman: The Tall Man.

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El director francés Pascal Laugier, dota a la historia de un ambiente siniestro de entrada; nos muestra a una enfermera llamada Julia (Jessica Biel) que a pesar de las condiciones adversas, trata de ayudar a mujeres desamparadas y a niños, es muy querida en la comunidad.

Y justamente cuando se establece esa atmósfera enrarecida y abyecta propia del género de terror que al parecer nos lleva a esperar la caza del misterioso roba chicos que bien podría ser un ente sobrenatural, hay un giro radical, un cambio absoluto en la estructura y en el tono; realizado de manera magistral. Totalmente imprevisible hasta para el cinéfilo más avezado. La percepción del espectador recibe la exigencia de reacomodar las fichas. Lo que parecía que era, no es. Aspecto brillante a destacar de la cinta.

¿Es justo que niños que reflejan en su mirada talento, la chispa de la vida, las ganas de vivir, no puedan desarrollar su potencial por tener unos padres derrotados, violentos y con adicciones? Es La pregunta que pone en la mesa el director con elocuencia y sin cortapisas.

Quizá la leyenda de terror esparcida es una cortina de humo para que almas conscientes, altruistas, caritativas y con gran espíritu de sacrificio liberen a los niños de sus verdugos con el objetivo de que puedan tener una vida plena en la que su flama no sea apagada por las cenizas de sus padres. Un filme inteligente que juega bien con las apariencias e involucra al espectador en aspectos mentales y emocionales de los vaivenes de la trama.

8 Barones.

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