LA COLUMNA DE MANUEL ESPINO
Por: Manuel Espino
5 de Diciembre del 2015

Todavía no se diluía el olor a pólvora de las calles de París cuando un nuevo ataque del yihadismo radical ensombrecía otro país occidental, con un ataque en el estado de California, Estados Unidos.

La elección de los blancos, un hospital y una sala de conciertos, entre otros, nos habla de una mentalidad muy distinta a la del occidente: se trata de terroristas dispuestos a asesinar a mansalva a personas desarmadas, pacientes médicos, jóvenes que salen a divertirse, ciudadanos sin intenciones políticas ni mucho menos combatientes.

Y es que mientras un combatiente regular de un ejército occidental jamás consideraría atacar un hospital ex profeso, para un terrorista es completamente legítimo atacar mortalmente a las poblaciones civiles de los países que considera enemigos —así sean niños, ancianos, mujeres u hombres indefensos.

Como ese aspecto de su idiosincrasia, hay otros tantos brutales y muchas veces incomprensibles desde la perspectiva occidental y, más aún, desde la visión de un mexicano, pues nuestro país tiene una larga tradición de hospitalidad y de negación tajante a interferir militarmente en los asuntos de otros países.

Quizá por ello la amenaza lanzada por el Estado Islámico a México en días pasados fue recibida con desdén por la autoridad y con burla por la ciudadanía, sobre todo en las redes sociales. Como los mexicanos jamás incurriríamos en ataques de esa naturaleza, se trata de algo incomprensible y descabellado desde nuestra personalidad nacional.

Sin embargo, todos los miembros del Estado mexicano que tenemos responsabilidades en áreas de seguridad nacional enfrentamos la obligación de comprender la mentalidad de quienes pudieran atentar contra nuestra nación. La buena voluntad de nuestro pueblo no puede y no debe cegarnos o llegar al extremo de la ingenuidad, pues ello significaría volvernos vulnerables y aumentar daños que, por lejanos que puedan parecernos, son reales y probables.

Ya desde hace más de un año elaboré un documento, entregado a diversas áreas de seguridad del Estado mexicano y publicado a nivel internacional, advirtiendo la posibilidad de que el yihadismo internacional operara en nuestro país.

A partir de las nuevas amenazas surgidas, tanto en Europa como en los Estados Unidos, es un acto de prudencia elemental atajar hasta la más mínima posibilidad de que nuestra población sea víctima del terrorismo. Lo responsable, lo prudente, no es caer en la paranoia, pero si reconocer que aunque no es hora para la alarma, si es la hora para estar alertas.

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