La Tierra es un sistema complejo, tiene características físicas, químicas, pero también una parte viva, la biosfera. En 1967, el científico James Lovelock elaboró su hipótesis o teoría sobre Gaia
—en alusión a la diosa griega de la Tierra—para referir que contaba con un sistema autorregulado y advertía sobre una catástrofe ambiental si éste era alterado. “Los trabajos de Lovelock son poco entendidos, se percibe que él decía que la Tierra estaba viva, sin embargo se refería a que era un sistema auto organizado”, señaló Alejandro Frank Hoeflich, coordinador del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM.

 
El físico citó a Lovelock para exponer uno de los trabajos que llevan a cabo en el C3, con grupos multidisciplinarios para el análisis e investigación de problemas complejos. Esto dentro de su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional, del cual es miembro desde la noche del jueves. Para exponer el tipo de trabajo científico que lleva a cabo y que compartirá y difundirá en El Colegio, Frank enumeró múltiples ejemplos, como el desconcertante hallazgo de que el corazón de los seres vivos tendría “memoria” o la complejidad de los sistemas que conforman el universo microbiano del cuerpo humano.

 
Entre éstos, destacó las investigaciones que llevan a cabo sobre “Gaia”, con resultados asombrosos, así como aciagos y alusivos a la advertencia que hizo Lovelock. Para iniciar, dijo, hay que partir de recordar que el descubrimiento sobre lo que conocemos hoy en día como cambio climático proviene del acuerdo científico mundial en base a la toma de medidas de temperatura del planeta, a partir de los primeros datos que se registraron, en 1880, hasta el día de hoy.

 
Se calculó el comportamiento promedio de la temperatura de la Tierra y una subida de entre 1.5 y 2 grados. En el peor de los escenarios se vaticina que de incrementarse más de 3 grados en la próxima centuria significaría una catástrofe global para la biodiversidad y el desarrollo humano.
Ahora bien, en el caso que refirió Frank, los científicos analizaron los datos década por década y amplificaron sus señales. Encontraron una “enorme sorpresa” dice el nuevo miembro de El Colegio Nacional. “En la década de 1980 vimos en los datos un comportamiento como si la Tierra fuera ‘un ser vivo’”. Explica que detectaron fluctuaciones de la temperatura muy dramáticas, similares a la siguiente década.

 
“Hay algo que no es uniforme, muy distinto a los datos de las décadas de los 40 o 50, donde se observa un aplanamiento de fluctuaciones. Si los comparamos es claro que hemos perdido la correlación”. El ex director del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM y Premio Nacional de Ciencias y Artes acota que esta investigación no ha sido publicada aún, debido a que revisan con cuidado los resultados, pero puede decir que…
“Mi interpretación, si la investigación está en lo correcto, es que el forzamiento de la atmósfera por el CO2, y otros gases de efecto invernadero que ha emitido el hombre, provoca la pérdida de auto regulación de la Tierra. Un hecho sorprendente”. Añadió que Lovelock enfatizó de muchas maneras que la biosfera controla las condiciones de la Tierra para hacerlas propicias para la vida, pero, desde el punto de vista de las mediciones muestra que dentro de este contexto “la Tierra misma parece comportarse como un ser vivo”.

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