Columnistas, Locales / 10 marzo 2016
MONTON DE TIERRA
Por: Kelvin Monge
10 de Marzo del 2016
cinefilus@apsonfm.com
¿Prefacio?
Concuerdo con Python: Puede costar leerse a sí mismo un par de años atrás. Esto mismo puede levantar impulsos, desde obligarme a reescribir el texto de pies a cabeza, y ni la voluntad de invitar a aquel muchachito que fui una cerveza.Esta crónica resulta de lo que fue mi experiencia en elConcierto sin fronterasdel 2014. Aprovecho la ocasión dada la nueva edición que sucederá este 16 de abril. Ya no soy el mismo y puedo diferir en opiniones. Sin embargo, dejo intacto el texto como un ejercicio de reencontrarme y ofrecerme al lector sin tapujos a lo que fui y pensaba en aquel entonces (espero no arrepentirme).
Crónica de un muro esporádico
Aunque pudiese decir que esto es un cuento, porque la trama roza la ficción. Aseguro que en verdad pasó. La llamamos Crónica De Un Muro Esporádico y el elemento clave del título está en la siguiente oración: El lugar donde ocurre esta secuencia, es en el norte de México, en frontera con Estados Unidos. Aquí es donde crecí y donde me achiqué por un estilo de vida que me gustaría citar con un fragmento de “Los Engendros De Agua Clara”, que es o será escrita por Aziz Córdova. Cito:
“…Nos fascinaba cualquier cosa relacionada, impregnada, nutrida con ARTE. Porque era sin exagerar, fantástica, cualquier expresión que no fuese estéril, repugnante, ahogada en desprecio, cualquier rastro de humanidad…”
De ese despertar se podría decir que había sucedido tanto tiempo que se sentía poco a ese punto. Y es de comprenderse, el darse cuenta de que una infinidad de cosas suceden más allá de la cerveza, el cojer por cojer, la mota y el eterno cotorreo vagabundo, era un gran reanime para nosotros los ‘esos weyes’. En su texto menciona también que de algo estamos seguros todos: El querer escapar. Yo, en lo personal y al día de hoy, aún tengo por terminar la prepa, y ni siquiera soy mayor de edad, así que mis posibilidades se ven limitadas en cuanto dónde esté mi cuerpo, sin embargo no mi ‘todo lo demás’. Es triste, pero podría estar peor.
Ya que te he hecho comprender más o menos cómo subsiste un engendro de Agua Clara te he de narrar mi experiencia: Cierto día mi novia me cuenta de este evento musical que tenía el propósito de ser en la mera línea que divide los dos países. Somos muy apuntados para tales eventos, hemos tenido la oportunidad de escuchar desde interpretaciones de música clásica en las que al escuchar, el tacto de su mano me cometía más sensible y unificado a ella. La escalera de mi amor parecía alpinista frustrado al fin escalando el Everest. Hasta en una tocada de Ska se nos ha visto, donde bailamos con tanta pasión, que el de al lado sonreía muy melancólico/orgulloso al vernos mover a como lo hacíamos, sinceramente no te puedo contar cómo era que bailábamos, para decírtelo tendrías que vernos. Y este evento fronterizo no era una excepción. Tenía una temática de piratas y gitanos, no estábamos muy seguros de qué géneros ni qué estilos había pero no nos importó tanto. Era promovida por el consulado de México en Estados Unidos, o el de Estados Unidos en México -no sé-. El mayor involucrado en esto era el College – algo así como Universidad del otro lado- y su división de música. El evento estaba citado para las 7 pero por desgracias impredecibles y más que nada desafortunadas llegamos a las 7:40. Para aumentar la misfortuna el escenario estaba únicamente puesto del lado de Estados Unidos, nosotros en México, y mi novia sin visa. «No me mates» Me dijo bromeando, creo. «No me mates» me repitió cuando el proyector que habían proporcionado a México estaba siendo retirado.
Vimos a un ex-maestro mío de música por el cual siento gran respeto y con quien congenio mucho. «¡Uy!» dijo «Si ya mero se acaba». Fuimos por víveres y al regresar estaba un guitarrista vestido de manera sencilla dando la espalda a nuestro lado. «ThisisWrong» susurró a manera de monólogo en el micrófono y se puso de perfil a ambos lados. Él y su guitarra empezaron a interpretar un Malvina de Manuel M. Ponce que se sabía de memoria y al verle los cachetes barbudos mecerse mientras hacía sonar la guitarra con tanto placer, un hormigueo me viajó por la espalda. Él entendía claramente el propósito del evento al saber que dos países escuchaban la misma pieza. El sonido era espléndido, un aplauso al College por tal cuidado en su calidad. Agradeció en ambos idiomas -un español como de Univision- y se retiró. Después la mera mera del departamento de música habló acerca del proyecto y dijo algunos nombres que prefiero no recordar. Su español era mocho, pero admiré que aunque sólo éramos como siete del lado mexicano se haya esforzado.
El siguiente grupo si era más mamonsito, traían su vestimenta sacada de Piratas del Caribe y venían mucho mejor equipados, esos ni siquiera consideraron voltear a ver a México, «Nice Backs!» les dije yo con mi notable marca de sarcasmo. Mi ex-maestro tocaría con ellos. Su interpretación fue más que nada limpia. Mi novia y yo nos acercamos más al darnos cuenta de que había una gitana bailando al frente. ¿Qué tan cerca me vi de esas rejas metálicas? Tan cerca como para descubrir que huelen a pinacate aplastado (Será la concepción de nosotros que tienen algunos de los vecinos, quizá). La gitanita movía su espalda natural, sus brazos con delicadeza y el cuello le navegaba. Mi novia, siendo ese uno de sus moles preferidos se vio interesada y hasta hacia comentarios: «Le falta X. Mucho Y». No la culpo, yo al desatarme respecto a mis materias predilectas podría ocupar todo el abecedario de incógnitas. Acabaron su primer pieza, y un merecido aplauso se dejó venir, esas espaldas sí que sabían tocar. Para la segunda canción, dentro de 1 minuto la gitana empezó a bailar dando la cara a México y hasta le sonreía a algunos. Ahí fue donde tuve mi segundo hormigueo, y por esa sonrisa sin pasaporte resultó que la falta de X o exceso de Y se desvanece. Besé a mi novia en la frente, en el cachete, en la mano. Me gustaba estar ahí con ella no importase de qué lado del mundo. «No te mataría» pensé «Te consagro por acompañarnos en esta velada musical a la que llegamos a escuchar a los dos últimos intérpretes, y sin embargo cada canción lo vale. Cada palabrita que crucemos, hará que me den ganas de escribir sobre ti y sobre hoy». Y miren lo que estoy haciendo ahora.
Como era de esperarse, su pieza final fue el tema principal de Piratas Del Caribe. Muy bien interpretada, la pasión de la mera mera al dirigir era notable. Las voces eran inalcanzables (cometimos la osadía de quererlas alcanzar en ese momento). Y al acabar, la directora da el agradecimiento y nosotros el gracias a ustedes. Seguido a eso es cuando recibí mi tercer hormigueo. Mi ‘la tercera es la vencida’ sucedió cuando ella nos estrechó la mano a través de los fierros responsables de tantos sueños guajiros pendejos y asesinos. A través de esos fierros una mano residente saludó a una que suele ser visitante. Pero en ese momento no lo era. Es más, ni ella ni yo, ni residente ni visitante, sólo dos oyentes. Me resultó tan humano que ella por iniciativa propia derrumbara todo ese complejo de fuchi y nos haya dicho con su español mocho: «Gracias». «Thankyou.», le respondí con mi inglés mocho. Y entre mocho y mocho, la unión se completó. Seguido a eso nos fuimos a tomar un café chez Jesús, el cual desató toda su ansiedad literaria con nosotros, nos habló de miles de autores de los que nunca he escuchado y hasta citaba fragmentos. Narraba iracundo cómo un libro prestado nunca volvió a él. Preparó unas crepas y un par de tazas de café americano que degustamos. A punto de irnos, mi novia le contó qué es lo que quiere hacer ella para la Universidad porque él se lo había preguntado. Y en el momento en que Jesús le dijo con un rostro de sinceridad: «Suerte». El cuarto hormigueo vino. Carajo, las expectativas se sobrepasaron de la mejor manera posible aquel día.
Muros, muros, muros. Cuando son armonizados como murales, no son tan separadores.