Por: Manuel Espino

Por segunda vez, el ex gobernador panista Armano Reynoso Femat ha sido encarcelado acusado de actos de corrupción. Sin embargo, por lamentable e indignante que resulte este arresto, no podemos olvidar que dista mucho de ser un caso aislado, sino que es de uno de tantos síntomas de la enfermedad que ha desfigurado el rostro, antes honorable, de Acción Nacional.
La opinión pública hoy dice “Reynoso Femat” pero ayer dijo “Yunes” “Nava”, “Martínez”, “Villarreal”, “Gil Zuarth”, “Padrés” y un largo y vergonzoso etcétera, nombres que son sinónimos de escándalo. Incluso el propio Gustavo Madero ha enfrentado fuertes cuestionamientos, no fehacientemente aclarados, con el tema de los casinos. Este es el PAN del “coopelas o cuello”, de los “moches”, de los departamentos millonarios o de las presas ilegales.
Es el PAN que fue arrasado el pasado 7 de junio por un voto de castigo a la corrupción y a la podredumbre de esa ética por la que se distinguió al panista durante décadas.
Por supuesto que para Acción Nacional y para el propio sistema de partidos el arresto de Reynoso es importante. Se trata del mismo gobernante que en pocos años deshizo la paz de Aguascalientes y se ganó fama internacional por asignarse el sueldo más alto entre todos los gobernadores, con emolumentos incluso superiores a los que entonces percibía el presidente de la república: durante 2008 se reveló que ganaba un 50 % más que Felipe Calderón.
El 4 de mayo de 2014 fue arrestado bajo cargos de peculado, pero salió libre bajo fianza solo para ser apresado de nuevo esta semana, enfrentando acusaciones de defraudación fiscal por 29 millones de pesos. Es, por donde se le vea, una vergüenza para su partido.
Pero mal haría el blanquiazul en considerar que basta con tuitear afirmaciones como “cada militante debe hacerse cargo de sus propios actos y afrontar las consecuencias” o “PAN se deslinda por completo de Luis Armando Reynoso Femat, quien fuera detenido esta tarde por presunta defraudación fiscal”. Esas son medidas cosméticas que en nada cambian la realidad.
Lo verdaderamente urgente e indispensable para Acción Nacional es reconocer que tantos y tan profundos escándalos no pueden seguir siendo achacados a las conductas individuales, sino que son reflejo de una cultura interna de opacidad, encubrimiento y tolerancia. Porque mientras no se reconozca que la corrupción azul es un tema institucional y no personal el PAN no podrá arrancaste el estigma de ser un ícono de la corrupción.

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