CINEFILUS
Por: Javier Barón Rodriguez
24 de Noviembre del 2015
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Hollywood ha explorado en diversas ocasiones el tema del robo millonario fallido que deriva en la toma de rehenes por parte de los asaltantes en un intento desesperado por salir de la situación. La premisa en sí misma contiene elementos para diversificar la trama en varias líneas narrativas sustanciosas que proporcionan una tensión constante que mantiene una atmósfera de expectación. Dentro de este tipo de filmes recuerdo el clásico de los 70’s de Sidney Lumet Dog Day Afternoon (Tarde de Perros) con Al Pacino, y, más recientemente John Q de Nick Cassavetes, con Denzel Washington.

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En ellas hay un antihéroe de buen corazón, que a pesar de su acción transgresora; tiene motivos legítimos para cometerla, una ambivalencia que hace que surja en los espectadores empatía hacía ellos. Al igual que en John Q, en Bus 657, el motivo del protagonista que lo lleva a retener personas, es la incapacidad económica para solventar los gastos operatorios de su pequeña hija, cuestión de vida o muerte para la niña. El hecho de que tomen a la fuerza un camión repleto de pasajeros que se mantiene andando le da un tono ágil a la historia y al mismo tiempo al estar en un espacio cerrado permite el desarollo de los personajes.

Fluye bien, tiene buen ritmo, hay variantes. El desenlace es tramposo, aunque en primera instancia resulta sorpresivo y bien logrado, lo que pareciera ser un as en la manga del director Scott Mann, analizando en frío, uno descubre que hay una terrible falla argumental, un hueco que no tiene justificación dramática alguna por donde quiera que se le vea. Es muy leve el error, casi imperceptible, les invito a que la vean y encuentren ese detalle que vuelve imposible la resolución de la cinta. Se exhibe actualmente en las salas del país. 7.5 Barones

 

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