CINEFILUS
Por: Javier Barón Rodríguez
01 de Marzo del 2016
cinefilus@apsonfm.com

-No quiero nada, excepto lo que es imposible de dar.

Hace algunos años leí una entrevista muy amplia de Jack Nicholson, en ella hablaba de muchos temas, recuerdo especialmente la parte en la qué explicaba que había aprendido con los años a no despreciar ninguna película a la hora de ver cine; que hasta los filmes malos tenían elementos y características rescatables.
Nicholson sabía lo que decía : inició su carrera participando en las cintas de bajo presupuesto del rey del cine de serie B : Roger Corman.
Siguiendo esa filosofía debo decir que me gusta entrarle con singular alegría a las películas de aventuras, de fantasía, que hablen de grandes civilizaciones e imperios. Me remiten a los films que veía en la niñez y preadolescencia, como Jasón y los Argonautas y Ben-Hur. Cintas que fueron perfilando y consolidando mi cinefilia, sin importar si eran de serie B o de gran presupuesto.

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Gods of Egypt, es un film maravillosamente…malo. Tan malo que alcanza momentos en los que uno de verdad se encariña rapidamente con la cinta. No duden que se convierta en una película de culto dentro de algunos años.
Es la historia de la lucha entre el bien y el mal por el poder.¿Dónde habremos visto eso?.
Seth, dios de la oscuridad, siempre celoso de su hermano el dios Osiris, llega de forma violenta a impedir la coronación del hijo de Osiris, Horus.
Desatando el caos matando a su hermano y despojando de sus ojos a Horus para arrebatarle el poder de transmutar a halcón y asumiendo el trono de Egipto, condenando a sus habitantes a pagar un alto precio para poder acceder al reino de los muertos.
Horus por su parte, encontrará en un hombre de nombre Bek, un simple mortal que busca deseperadamente recuperar a su amada del reino de los muertos; un aliado que le auxiliará a recuperar sus ojos y principalmente le ayudará a comprender la importancia del amor y la misión que el tiene como dios para liderar a los mortales en el mundo terrenal.
Nos encontramos ante un festín de efectos visuales que rayan en lo excesivo, mucha creatividad implementada a nivel visual que nos regala escenas memorables como la de las cascadas. Toda esa espectacularidad peca de artificial, creando un universo Kitsch que se regodea en su exceso pretencioso.
La construcción de personajes es pobre, con tan sólo algunos esbozos que no evitan que todo este desfile de vistosos personajes sean más que nada arquetipos llenos de maniqueísmos.
A pesar de todas sus carencias es un filme que si lo ves en piloto automático y con buena disposición, te deja una buena sensación.
Es como un pastelillo que sabes que no tiene mucho valor nutricional pero no puedes evitar comerlo porque es delicioso. 6 Barones.

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