Espectaculos, Internacionales / 4 abril 2016
Para entender el concepto de maldad, el valor del espíritu y el secreto de la vida, es necesario conocer primero La Historia de Dios, tarea que el actor Morgan Freeman realizó a lo largo de varios meses.
El actor ganador del Óscar se embarcó en un viaje por 20 ciudades de siete países con la firme idea de encontrar respuesta a los grandes misterios de la fe.
“Soy un profundo creyente en Dios y poder viajar por todo el mundo para examinar las conexiones de otras personas con este ser divino, es una de las cosas más apasionantes que he hecho en mi vida.
“Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué estamos aquí y si existe algo después de la vida. En el programa no tratamos de encontrar las respuestas, sino mostrar cómo las distintas religiones lidian con estas preguntas”, explicó Freeman.
La Historia de Dios, que se estrenó ayer a las 20:00 horas (tiempo de Hermosillo) por el canal Nat Geo, centra cada uno de sus seis episodios en un cuestionamiento divino: la creación, el mal, la definición de Dios, los milagros, el fin de los días y la resurrección.
En su travesía, Freeman pudo orar en una mezquita en El Cairo, tomó clases de meditación con un líder budista y exploró el concepto de la vida en el “más allá” escrito en jeroglíficos dentro de varias pirámides.
“Mis creencias y mi fe no tuvieron cambios significativos, pero sí hubo muchos momentos de iluminación durante el viaje, como por ejemplo, con el tema de la reencarnación en la cultura hindú.
“No sabía que ellos preferían terminar sus asuntos en una sola vida, pues para ellos el reencarnar es una manera de sufrir en la tierra. Ellos, lo que quieren, es liberarse. Eso se me hizo muy interesante”.
Entre los sitios visitados estuvieron el Muro de los Lamentos, en Jerusalén; el Árbol de la Iluminación, en la India; los templos mayas, en Guatemala, y las pirámides de Egipto. Freeman examinó también el choque de creencias científicas y religiosas.
“Einstein, cuando resolvió la ecuación del átomo, dijo que esa era una prueba de la existencia de Dios. Realmente la ciencia y la religión son muy compatibles, aunque no quieran ponerse de acuerdo”.