CON UN OJO EN LA CIUDAD Y OTRO AL GARABATO
Por: Leobardo Alvarado
5 de Diciembre del 2015

Primero decir que no la promuevo, no la consumo, respeto a quien la consume, sé que es medicinal y para ello se utiliza de diferentes maneras, sé que se usa de manera lúdica, que conozco a muchas personas que la consumen, que ninguno de ellos es delincuente y mucha de esa gente es creativa, que mucha de esa gente no sólo vive en Ciudad Juárez sino en otras partes de México y el mundo.

He visto como la mariguana la cosechan esos amigos y amigas en sus patios, en los techos de sus casas, en sus cocinas; en edificios donde vive mucha otra gente que no necesariamente consume pero que respeta a quienes lo hacen y la siembran en su espacio común. También he visto como en las casas de esos amigos entran todo tipo de personas, hombres y mujeres intelectuales, artistas, gente dedicada a la política, a la albañilería, a educar, al periodismo, etc.

Es decir, lo que veo es que el consumo y siembra de la mariguana no es una cuestión de clase social por más que se le etiquete en referencia a otras drogas. La mariguana es una cuestión cultural.

Es la mariguana una construcción cultural porque como una droga consumible es la única hierba que el mundo recibió en herencia reconocida por quienes somos parte de la cultura y lo que nos hace la cultura en el lugar que sea que habitemos de ésta tierra. Acaso el opio o la hoja de coca, y si la gente tuviera acceso, pudieran competirle. Pero la mariguana pues es la única droga que nos reúne a todos en un reconocimiento de su existencia, sepamos bien o no sobre ella.

Es decir, aunque en diferentes regiones culturalmente se consuman otro tipo de drogas, hablando universalmente, no heredamos de manera reconocida y aceptada aunque sea controversialmente y en términos generales esas otras drogas. Por ejemplo, como el peyote, hongos, o toda clase de hierbas alucinógenas. Es decir, esas drogas existen pero la diferencia estriba en que las personas que tienen un conocimiento mínimo de la mariguana son “muchísimas” por no encontrar una mejor expresión para referirles.

Sabemos también que otro tipo de drogas suman más negativos, y por eso mismo entonces nos debemos obligar a preguntarnos por qué la mariguana sí nos llama, incluso y a estas alturas, a debatir. Es, porque hablamos de la popularidad de la mariguana, se conozca bien o no lo que es y sus efectos.

La realidad es que esas otras drogas también vienen desde lo ancestral pero en determinado momento el mercado y los que niegan y desconocen culturalmente nuestras raíces impidieron su proliferación y su uso. Es y ha sido pues la mariguana la que ha concitado por haberes de un extraño y no pocas ocasiones sinsentido, pero marcado derrotero de expresiones culturales, su sobrevivir para imponerse culturalmente como una droga que debe o puede consumirse.

Pero también, hay esa otra parte de la realidad que es ese mercado y esa gente que está detrás de la economía que genera el consumo de estupefacientes, y quienes se han encargado de diversificar el uso y consumo de una gran cantidad de drogas, dando nuevo sentido a la necesidad de la experiencia sensorial. Son los que han jodido el mundo de las drogas.

Esas personas han generado un mundo en el que establecieron condiciones para pasar por encima del aura cultural que subyace en las personas y su necesidad de satisfacerse de drogas requeridas para en determinados momentos entendernos mejor en sociedad o en lo individual. Una necesidad en ocasiones de lograr adentrarnos en lo que no sabemos o podemos ver de nosotros tanto en lo colectivo como en lo personal. Ya no se diga, de su utilidad médica.

Esas personas, y no son pocas, decidieron e impusieron una racionalidad en sentido contrario a la naturaleza. A buscar esa intimidad que sólo una droga puede otorgar. Por mi parte lo que puedo decir es que he visto como la mariguana en los últimos años fue utilizada para criminalizar a los jóvenes en ésta ciudad.

Lo que puedo decir es cómo el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa enarboló un discurso moralista y mojigato que logró en ciertos sectores posicionar la idea de que la guerra, su guerra contra el narcotráfico era una cuestión de buenos contra malos y que la gente debía estar junto a los buenos “porque los buenos somos más”, y desde allí, desde esa visión conservadora y que sólo buscaba establecer el control social, se privilegió la idea de que sobre toda persona asesinada debía antes que todo dudarse de su reputación, “porque seguro en algo andaba”.

En los últimos años, nunca se posibilitó siquiera la discusión desde la perspectiva de la salud. Allí está la historia reciente, y la historia de antes de los 50´s del siglo pasado, en el que hay una intervención para que esta perspectiva no continúe. Por el contrario, se promovieron políticas tendientes a satanizarle y no sólo eso, en el tiempo y el espacio, esa visión se extendió incluso por sobre el derecho de las personas y el derecho de las naciones.

Así que además de lo ya dicho, lo que puedo contar es que también he visto cómo la mariguana la empaquetan quienes la trafican. Cómo un perro policía la huele y un perro “narco” sirve como control de calidad para que el perro policía no la detecte. He visto grandes extensiones de sembradíos de mariguana en la sierra de Chihuahua.

He visto cómo la gente que la cruza a Estados Unidos es forzada a hacerlo, y como otras personas lo hacen porque les pagan para eso. He visto grandes bodegas en el desierto donde se le almacena, he visto como se transporta en medio del desierto, y he visto como se utiliza para transportar mariguana el transporte parecido al utilizado por las maquiladoras, esa industria que ha jodido tanta gente, más que la mariguana en ésta ciudad.

He visto como se ha matado gente por ella. He visto como sólo es una palabra escrita en un periódico perdiendo su sentido. Entiendo que la mariguana es un negocio que genera una gran economía, que Estados Unidos es el principal consumidor, y que ese país llega tarde a un debate y nos arrastra con él ahora.

Así que lo que veo es que el presidente Enrique Peña Nieto no es inocente cuando emite su postura y supuestamente privilegia la discusión. Por ello, sospecho el uso político en su favor al abrir el debate. De la misma manera en que sospecho de la gente que está promoviendo su uso acudiendo a las instancias legales pertinentes para ello, supuestamente en favor de una legalidad que evitaría más sangre en éste país.

Allí están las poco confiables declaraciones de Vicente Fox o el gobernador de Chihuahua Cesar Duarte Jacquez y otros políticos y empresarios que sugieren que de la legalidad de la mariguana podría surgir un buen negocio. Y también allí están todos los que desconocen y citan que puede ser como Holanda, para mencionar sólo un ejemplo, pero y que nunca han estado allí, en un café en el que venden mariguana.

Creo que se ha fabricado una encerrona que además beneficia políticamente a un presidente sin respaldo del pueblo. Creo que no son los más jodidos o los que saben lo que se siente al usar la mariguana los que se beneficiarán de la discusión. Pero también creo que debemos avanzar como sociedad hacia la democracia, así que es necesario debatir sobre las distintas posibilidades que tiene el uso, consumo, siembra, portación o trasiego de la mariguana.

Es decir, seamos demócratas, discutamos, pero esa discusión no se la deje usted como ciudadano o ciudadana a la clase política, esa que no escucha, o a los que están en los medios de comunicación y creen saber lo que usted sabe, sino que lo haga en su casa, con los suyos, seguramente usted sabrá tanto como lo que yo aquí relato, porque insisto, es una cuestión cultural y algo usted ha aprendido o ha enseñado a otros sobre la mariguana.

JUAREZ, UNA CIUDAD DE DERECHOS.

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